En el transcurso de 2016, algunos profesionales relacionados con el arbitraje han dado su testimonio sobre la evolución del Centro Iberoamericano de Arbitraje dejando traslucir los retos que enfrenta la institución es sus comienzos, pero también las oportunidades.
Rodrigo Oreamuno, vicepresidente de CIAR, explicó que el principal reto debe ser prestar “servicios de arbitraje eficientes, con una visión hispanoamericana y a un costo razonable”. Por otro lado, hizo referencia a la importancia de que CIAR sea conocido y reconocido entre las empresas iberoamericanas, por lo que es sustancial “la divulgación de su existencia, de sus listas de árbitros, de primera calidad, y de sus tarifas razonables”.
Carlos Matheus, abogado especializado en arbitraje internacional y de inversiones, hizo hincapié en que una institución arbitral de tal naturaleza, podría servir para agrupar a los árbitros originarios de América Latina y promover su designación a nivel global.
Katia Fach, profesora Titular de Derecho Internacional Privado en la Universidad de Zaragoza, matizó que la creación de CIAR “refleja el interés que las inversiones internacionales suscitan tanto en el ámbito político como en el empresarial y social de la región.”
Carlos Jorquiera, fundador del Centro de Arbitraje y Mediación de Santiago, CAM Santiago, explicó que CIAR debe acreditar “la calidad de sus servicios con ejemplos concretos, entre ellos:
- su independencia,
- escogimiento de árbitros capaces,
- excelencia de sus sentencias,
- respeto de los plazos pactados por las partes,
- publicación de su jurisprudencia
- y contribución al mejoramiento de la doctrina arbitral.”
Para Catharine Titi, investigadora del French National Centre of Scientific Research (CNRS), una institución internacional de corte latinoamericano podría aumentar la confianza en la solución de controversias de inversiones.
Óscar Cruz-Barney, abogado especializado en derecho del comercio internacional y arbitraje comercial, explicó que la institución arbitral debe demostrar “su solidez, confiabilidad y profesionalismo”, por lo que “ se requiere de un esfuerzo muy importante de difusión y de conocimiento de los servicios y ventajas que se pudieren ofrecer a los usuarios del sistema.”
En el caso de Didier Opertti, quien participó en la creación del CIAR, el éxito dependerá de la especialización y hoja de vida de los árbitros, acompañada de una difusión imprescindible.
Josep Gálvez, director del área de Litigación Comercial y Arbitraje de Altalex, explicó que “el CIAR va a proporcionar una auténtica alternativa a otras cortes arbitrales en favor de una mayor proximidad geográfica y cultural dado que cuenta además con las evidentes ventajas del factor lingüístico y su especialización en las PYMES en todo el ámbito iberoamericano.”
Sin embargo, para Gálvez “deben estructurarse los medios idóneos para que las PYMES acudan al arbitraje como un sistema atractivo para poder solventar sus conflictos transfronterizos con transparencia, rapidez y eficacia, y sobre todo sin tener que alterar necesariamente los planes de negocio ni sus proyectos corporativos.”
Clifford J. Hendel, socio del despacho de abogados Araoz & Rueda en Madrid, puso el foco en la innovación: “Para que un “recién llegado” prospere, en el sector o área que sea, tiene que ofrecer algo nuevo, algo útil; tiene que encontrar un nicho de mercado propio, aún no explotado.”
Pedro Yúfera, ex decano del Colegio de Abogados de Barcelona y fundador de Yúfera Abogados, vio en la creación de CIAR una “aportación fundamental al arbitraje internacional”, ya que “nace con un bagaje que muchas otras cortes ansiarían y recoge el plus de la multinacionalidad de sus componentes.»